Las quemaduras solares (piel enrojecida y adolorida que se siente caliente al tacto) suelen aparecer en el plazo de unas horas posteriores al exceso de exposición a la luz ultravioleta (UV) proveniente del sol o de fuentes artificiales (como las lámparas solares).
No hay tal cosa como un “bronceado saludable”. La exposición solar intensa y repetida que ocasiona quemaduras solares aumenta el riesgo de sufrir daños en la piel y padecer ciertas enfermedades. Estas incluyen piel seca o arrugada, manchas oscuras, manchas ásperas y cáncer de piel, como el melanoma.
Si existe una quemadura solar se puede tomar un baño o una ducha fría, o colocar trapos frescos y húmedos sobre la quemadura. Las cremas con vitamina C y E pueden ayudar a reducir el daño a las células de la piel.